Wednesday, December 28, 2005

EL EXPLORADOR

slug01

“Ante un suceso en principio incomprensible o inaudito, la explicación más sencilla suele ser la correcta”.
Vay Austedas Aber, científico danés.


La montaña se alza imponente ante los ojos del explorador. Parece cercana pero la fatiga se acumula en las pantorrillas y la cima sigue inalcanzable. Es después de horas de esfuerzo, cuando al mirar atrás, podemos comprobar la altura a la que nos encontramos.
El sudor ha empapado la camisa y pantalones caquis del aventurero. Los correajes de la mochila hace rato que han tatuado su forma sobre su tensa espalda y el rugido de las tripas le avisa de que va siendo hora de tomar un tentempié.
Se consuela pensando que no tiene que subir hasta arriba del todo; su objetivo se encuentra más próximo. Le da pereza reemprender la marcha pero si ya es malo tener el sol en el culo, peor es que deposite su furia sobre su lampiña coronilla. Tras varios calambres y ataques de flato, se encuentra con la entrada a la gruta.
Antes de adentrase en las tinieblas hay que comprobar, con una meticulosidad que roza la paranoia, si tenemos todos los utensilios. Sí, lleva tres linternas, pilas a gogo, cuerdas de politure..., (el de la tienda decía que eran muy buenas ), mosquetones, botiquín, etc.
Al principio, la sensación es de avanzar en línea recta y horizontal. Sin saber como, se da cuenta de que ha debido descender bastante y con más sinuosidad de la aparente; aunque la galería es amplia, ya no se ve la entrada. Las paredes son las típicas granitico-basálticas que cabe esperar. Afortunadamente no hay murciélagos ni otras alimañas. No es una zona volcánicamente activa ni ha penetrado mucho en las entrañas de la tierra, de hecho su reloj de pulsera super-omega-guachi dice que está a 1800 metros sobre el nivel del mar. Todo esto no cuadra con los cuarenta grados de temperatura que marca el termómetro, debe ser que hay un manantial de aguas termales o algo.
En la lejanía detecta una luminosidad verdosa. Conforme se acerca a la fuente, aumenta la luz. La galería es amplia y si no fuera por las irregularidades pensaría que es obra del hombre. Al apagar la linterna, todo adquiere un color verde-fluorescente que le recuerda a la luminiscencia de la antiguas pantallas de ordenador. Su estupefacción no le había hecho reparar con atención en algo que ahora es nauseabundamente presente: el olor. En efecto, huele a mierda, a mierda pura. En el fondo de la estancia hay dos enormes sumideros de los que brota una sustancia cenagosa que es la causante de los asquerosos efluvios. Todo ello va a depositarse en una especie de laguna de fango borboteante de la que sale humo. Lo que son las cosas, por el cansancio del la escalada, lo último que le apetecía antes era un cigarro. Ahora, tiene un mono que no veas, pero algo le dice que la concentración de metano haría saltar todo por los aires.
Sólo hay un camino para continuar con su aventura y es un corredor mucho mas angosto que el que ha recorrido hasta ahora. La linterna le da una idea del tamaño, es como una tubería de un metro y medio de diámetro y bastante circular. Las paredes no parecen ya de basalto; al no poder resistirse y tocarlas, tiene que retirarlas con repugnancia. Cree haber metido las zarpas en un cubo lleno de mocos de elefante. No lo puede aguantar y deposita la mochila en el suelo para buscar un pañuelo. Después de limpiarse, se da cuenta de que el suelo está igual que las paredes y que la mochila chorrea “eso”. Poco a poco, el camino va haciéndose más resbaladizo hasta que al final se precipita en un gratuito viaje de una atracción de parque temático. Va a toda velocidad asiendo la linterna como si fuera la estampita de San Tadeo, si no lo veo, no me lo creo.
En el último tramo del túnel hay una luz como la de la galería anterior. Al poco se ve en caída libre desde unos diez metros de altura sobre un viscoso lodazal. El impacto contra la piscina de mocos le deja sin sentido.
Como en un sueño, tiene la sensación de ser succionado por una gigantesca vagina con exceso de lubricante. No podría describirlo de otra forma. De alguna manera sabe que la cosa que lo ha tragado se está desplazando. Es una sensación ondulatoria, con un ligero sube y baja. Cuando el transporte se detiene, dan comienzo una serie de movimientos peristálticos que le hacen avanzar hacia “el culo” de su vehículo. Es excretado al exterior. La temperatura es infernal, el olor insoportable y la luz de ese color bilioso que odiará toda su vida.


“Vivo en un prado alejado de aquí,
conozco a las flores más bellas de otoño,
rezumo alegría y tranquilo te esbozo,
el camino de plata que lleva hasta mí,

- ¿Quién sois ? - dice un duende.
- has de ser muy preciosa -,
- pues claro, - dice el ente.
- soy la linda babosa.”


El ser que le ha llevado hasta allí descuelga uno de sus telescópicos ojos de molusco terrestre y le observa de arriba a abajo. El explorador, sin fuerzas para ser presa de un ataque de pánico, ve como otros congéneres del bicho depositan objetos excretados por su ano y cogen con la boca otros para llevarlos vete a saber donde. Todo es como una fantasmagórica ciudad demente moldeada con plastilina. La sustancia de las construcciones es fundamentalmente moco solidificado. Le han depositado sobre una especie de tabla de un material indescriptible que impulsada por la boca del molusco se desliza hasta la entrada de un siniestro edificio. Su viaje se detiene en el centro de una habitación en la que hay varias babosas gigantes como las que ya ha visto fuera.
El recinto parece estar más iluminado y más verde que fuera. Uno de los monstruos se le acerca y le sujeta la cabeza con los labios de su gigantesca boca. De un extremo de la misma, sale un pedículo córneo de consistencia ósea. Quiere ver que demonios va a hacer con eso pero le obliga a mirar al techo y nota como el sólido y aberrante pólipo hurga su sien. Vuelve a perder el sentido.

- Ciudadano Efímero - dice el cirujano - , quieres hacer el favor de acercarme más parasitina.
- ¿No se estará pasando, doctor Ilusión? - le responde.
- Tranquilo, llevamos siglos haciéndolo, se están acostumbrando y cada vez tenemos que ser menos sutiles, la hora de nuestro reino y el final de su civilización se acercan.
- ¿Cree usted que lo veremos?. Llevamos tantos siglos esperando poder salir de aquí.
- Paciencia, tu sólo tienes doscientos años y te quedan más de mil de vida; tiempo más que suficiente. ¡Ay!, yo no se si llegaré a verlo, pero tu serás de los pioneros. Recuerda que precipitarnos sería peligroso. Es imprescindible que les anulemos primero. Vamos por buen camino. El día de la liberación está próximo.



En los estudios de televisión se nota gran agitación. Un prócer de la política va a ser entrevistado y tienen que cambiar a ultima hora al entrevistador. No le salía de los cojones seguir con el guión previsto y la cadena podría ser presa del Comité para la Virtud, la Verdad y la Libertad de Expresión.
...
“- Y en el último tramo de preguntas vamos a entrar en temas un pelín polémicos que no queremos obviar. Señor Musolons, ¿Qué opina de las zafias declaraciones de ese Tarfadella que crítica el intervencionismo en la vida pública de Pandataria y acusa al gobierno de discriminar a los Baratanioparlantes ?. ¿Qué opina de los que dicen que ustedes pretenden controlar hasta los aspectos más personales que , según ese Tarfadella.... - la presentadora hace un gesto como de referirse a un personajillo gris y despreciable - , ... que según ese Tafadella, corresponden al ámbito de lo privado?.
- Me alegra que me haga esa pregunta tan independiente y espontánea. En primer lugar quiero decir que, como todo el mundo sabe, los que critican nuestra democrática labor no son demócratas. La respuesta es evidente, el tal Tarfadella es un fascista impenitente que está en contra del progreso. Es claro que alguien que se opone al desarrollo de políticas democráticas es un antidemócrata. - el señor Musolons hace una pausa para beber agua y la cámara enfoca al rostro de la presentadora con cara de fresa que asiente ensimismada al prócer del saber y del buen rollo que tiene enfrente. - Como decía, el gobierno regula la vida de los ciudadanos por que nos preocupamos por él. Todos somos una gran familia. ¿Qué se puede esperar de alguien que ataca a su familia?. El señor Tarfadella puede empeñarse en insultar y atacar a TODOS los pandaratianos, pero todos sabemos que el que ataca a los pandatarianos es un fascista. - Terminado su discurso, sonríe beatíficamente mientras se rasca compulsivamente su sien.
- Muy bien, - se despide la presentadora de la cara de fresa -, señor Musolons, es un orgullo para esta cadena entrevistar a personas de tan altísimo nivel como usted. Ahora, mis queridos telespectadores, les recuerdo que el reportaje que viene a continuación es de gran actualidad e interés para todos. Se titula:¿Qué hacer con los enemigos de Pandataria?, ¿cómo reconocer a los enemigos de Pandataria?, ¿Es su vecino un mal pandatariano y no sabe a quién denunciarlo?. - La fresopresentadora se vuelve hacia Musolons y le pregunta espontáneamente:
- Señor Musolons, ¿usted se quedará conmigo para ver el reportaje?.
- Lo considero un deber ciudadano - responde mientras se hurga con insistencia en la sien.”


“ Lo inaudito, lo extraño y lo inexplicable, no siempre es lo más estrambótico, si no aquello que por torcido, podrido y pervertido que esté, se nos ha hecho tan cotidiano que ya nos parece normal. “
Hayq Uejod Erse, primo del científico danés.

Saturday, December 10, 2005

UN MUNDO FELIZ

feliz

Las sirenas de las ambulancias dejan de sonar al llegar al Hospital Ciudadano Cívico de Huesca. Los celadores recogen a los accidentados y los pasan a la sala de “Valoración Civico-Sanitaria”.
La normativa exige a regañadientes que se tomen las medidas mínimas de soporte vital para los recién ingresados. Eso sí, es imprescindible que se registre todo el gasto realizado desde la recogida del paciente hasta el “Veredicto Cívico-Sanitario”.
El Dr. Nuño, el médico de guardia esa noche, está cansado. Las dos residentes que tiene a su cargo no saben hacer la o con un canuto y eso que son las mejores de su promoción. Una de ellas tuvo problemas hasta para rellenar el papeleo administrativo cuando llegó al hospital.
- “¿Que quiere decir estado civil?. - preguntaba con su carita de niña - ¿Es si soy policía, militar o algo?”.
La señorita Ascensión, de sesenta años, lleva el suficiente tiempo en la sección de personal del hospital como para estar curada de espanto. Ella tiene veinte cajas de morfina en su casa, si alguna vez se pone “realmente enferma”, las nueva hornadas de curanderos no le cogerán con vida.
- “Nada hija, nada. Lo que no sepas lo dejas en blanco... ¿vale?” - le contestó a la futura médico con la mejor de sus sonrisas.

En la sala de valoración los pacientes ya están estabilizados. Son dos mujeres y un varón, todos ellos de mediana edad. Una de ellas, se salió de la carretera al quedarse dormida y atropelló a un primo que estaba meando en la cuneta. La otra, la más joven, tuvo un accidente haciendo escalada libre en la montaña. Todos sufren politraumatismos de diversa consideración pero el peor parado es el atropellado.
Un silencio glacial recorre la sala. El doctor Nuño sale de ella seguida de las dos residentes. Deliberadamente choca con el hombro del Comisionado Médico para la Virtud que entra en esos momentos para hacer su trabajo. Su nombre es Matías y le dirige una fría mirada a nuestro médico como advirtiéndole de que toma nota de su actitud.
Por lo general, los médicos se quedan con los Comisionados por si necesitan algún tipo de ayuda. El Dr. Nuño preguntó el primer día que se instauró esa especialidad que si era obligatorio por ley quedarse con “ellos”; no lo era, por lo que se niega a coincidir en la misma sala con esos especímenes.

Al cabo de un rato, el Comisionado sale de la sala hecho una furia.
- ¿Donde está el médico del 061 que ha atendido al sujeto varón en el lugar del accidente?.
Su mirada inspira temor a todo el personal sanitario y al fijarse en un auxiliar, los nervios derrumban al pobre currito.
- Es-está en, en cafetería, tiene...
No le deja terminar.
- ¡Dr. Nuño!. Aunque no le guste, tendrá que venir conmigo. La ley exige que el responsable de urgencias esté presente cuando va a haber un expediente criminal en el hospital.
El Dr. Nuño eleva la vista al cielo. No es muy religioso pero se cree obligado cagarse en Dios, aunque sea en voz baja. Es más, se ve en la necesidad de añadir una vetusta blasfemia riojana a modo de plegaria: ”me cago en todos los santos en un garrafón y la Virgen de tapón, amen”.
Se dirigen los dos a cafetería. El Comisionado Matías entra con el dedo indice señalando a la Doctora Navajas del 061 que se está tomando un café descafeinado ( no hay otro en el hospital ), mientras descansa un poco hasta que los vuelvan a llamar para ponerse en ruta.
- ¡Artículo 26! - grita Matías.
- ¡Ar-tí-cu-lo 26! - vuelve a gritar mientras señala a la Doctora.
La Doctora se vuelve con odio hacia el Comisionado.
- Mire usted, Comisionado, aquí esta el registro de la “Consola de detección”.
La Doctora Navajas le muestra el mini ordenador de análisis espectroscópico que ya quisiera para si la compañía de aguas.
El comisionado examina el aparato y ve los registros negativos del chisme. Durante unos segundos se rasca la cabeza con preocupación, pero al poco su boca esboza un rictus maléfico. Conecta su propia consola a la de la Doctora. Su aparato es más moderno y de reciente creación.
- No es necesaria la creación de Comisionados decían algunos - comenta con sorna Matías.
- Aquí está la prueba - continúa - Usted ha borrado los datos del paciente y los ha falsificado. Si supiera informática sabría que borrar no es lo mismo que eliminar. Es muy interesante su consola, de aquí van a salir cosas muy interesantes... Veremos lo que ha hecho cuando no estaba yo para hacer las valoraciones, algo me dice que nos encontramos ante la comisión continuada de crímenes contra la salud pública. La policía ya está de camino.
En ese mismo momento entran los agentes antidisturbios acompañados de cuatro soldados armados con fusiles de asalto y le colocan los grilletes. Cuando se la llevan, el Dr. Nuño vuelve a quedarse sólo con Matías.
- Usted sabía lo que ocurría aquí antes de mi llegada. No se confíe, si encuentro pruebas estará listo. A lo que vamos. Las dos mujeres podrán ingresar, aunque una de ellas tiene el colesterol un poco elevado. No es grave y el espectroscopio no ha registrado restos de grasas saturadas en la boca... Pero yo no me chupo el dedo y durante su estancia le realizaré pruebas adicionales así como la investigación medico-policial de rutina en su entorno familiar y de amigos...
El Dr. Nuño se limita a asentir; cada vez se encuentra más cansado.
- Ahora volvamos a la sala de Valoración para que se realice el ingreso de las señoras y procedamos a la expulsión de ese indeseable. El articulo 26 exige que se analice cualquier resto nicotínico en cualquier persona que vaya a recibir asistencia sanitaria. El delito de la Doctora Navajas es... Es sencillamente abominable. - su expresión es de placer supremo, enferma.
Cuando están en la Sala, el Comisionado coloca dos etiquetas verdes sobre las mujeres, aunque añade una naranja sobre la que tiene el colesterol un poco alto. A la otra le coloca además un sello azul. Esto significa que será un ingreso Vip por haber sido baja en el cumplimiento del deber; o lo que es lo mismo, haciendo deporte. El hecho de que su actividad, la escalada libre, sea peligrosa, incrementa el mérito. Los deportista tienen que ser tratados mejor por que son mejores personas; al menos es lo que dijo la Ministra de Sanidad.
Matías observa con asco al infeliz atropellado. “Tengo que ser Fuerte”, se dice a sí mismo. “No es una persona, es un asqueroso fumador”. Una vez que ha tomado fuerza moral, agarra la sonda vesical y se la arranca de cuajo sin deshinchar el baloncito de seguridad que impide que se salga. Hace lo mismo con los goteros y demás cables que adornan al desgraciado.
Con un autoritario gesto, el Comisionado ordena a los celadores que arrojen fuera del Hospital a esa basura.
El Dr. Nuño no lo siente tanto por el enfermo, que probablemente morirá salvo que se pueda permitir una sanidad privada, como por su familia. Ya está viendo a la camioneta de embargo vaciando su casa de cualquier cosa de valor e hipotecando la vida de su familia para hacerse cargo de la multa brutal que les va a caer encima.
- ¡Doctor Nuño!, esto no funciona - le dice una de las residentes que lleva una bolsa de gasas sin abrir en la mano.
- ¿Cómo que no funciona?
- Mide, no fundiona - dice mientras se estira de la lengua.
El Doctor le da la vuelta a la bolsa de gasas:”para abrir, tirar de la lengüeta".
Juan María Nuño eleva una vez más su vista al cielo y le envía diez plegarias riojanas.



En Huesca, en el año de Gloria de 2007 o primero de la Era del Buen Rollo. ¡Salud!.

PD: Esta historia está basada en futuros hechos reales, si no capamos hoy a toda la clase política, mañana será tarde. ¡Estáis avisados!, luego no vengáis con lloros.